Compartir momentos en familia: el valor pedagógico de los juegos de mesa

Compartir momentos en familia: el valor pedagógico de los juegos de mesa En un mundo donde las pantallas ocupan gran parte de nuestro tiempo libre, encontrar espacios de conexión familiar se ha convertido en un verdadero desafío. Sin embargo, existen herramientas sencillas y poderosas que nos permiten volver a lo esencial: estar juntos, mirarnos, hablar y disfrutar. Una de ellas son los juegos de mesa. El poder de jugar en familia Los juegos de mesa no son únicamente una forma de entretenimiento. Cuando se comparten en familia, se convierten en un recurso pedagógico que favorece el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas: Fomentan la comunicación: alrededor de una mesa surgen conversaciones espontáneas y momentos de complicidad. Enseñan a respetar reglas y turnos, algo esencial para la vida en sociedad. Desarrollan la paciencia y la tolerancia a la frustración, al aceptar la derrota como parte del juego. Impulsan el pensamiento estratégico y la toma de decisiones, al mismo tiempo que estimulan la memoria y la atención. Tiempo de calidad frente a tiempo compartido No se trata solo de estar juntos, sino de cómo estamos juntos. El juego de mesa permite que padres, madres e hijos compartan un mismo objetivo: divertirse. En ese proceso, se generan recuerdos que fortalecen el vínculo familiar y que, con el tiempo, los niños atesoran como parte de su infancia Una alternativa a las pantallas En un contexto donde el ocio digital domina, reservar un espacio semanal para jugar en familia ofrece un respiro. Estos encuentros crean rutinas sanas y equilibradas, y ayudan a que los niños comprendan que la diversión también puede encontrarse en dinámicas sencillas y cercanas. Ideas prácticas para comenzar Establecer una “noche de juegos” semanal, con cita fija en la agenda familiar. Rotar el tipo de juego: desde los clásicos como ajedrez, parchís o Monopoly, hasta propuestas más modernas como Dixit, Dobble o Catan. Involucrar a los niños en la elección del juego, dándoles voz y fomentando su autonomía. Acompañar la actividad con pequeños rituales: preparar palomitas, música de fondo o un premio simbólico para el ganador. Los juegos de mesa son mucho más que un pasatiempo. Son una excusa perfecta para detener el ritmo acelerado del día a día, apagar las pantallas y abrir un espacio de encuentro auténtico. Al hacerlo, no solo compartimos un juego: cultivamos la confianza, la comunicación y el cariño dentro de la familia.
Verano en familia: conversaciones, lecturas y hábitos que dejan huella

Verano en familia: conversaciones, lecturas y hábitos que dejan huella Termina el curso, por fin. Han sido meses largos, intensos, con momentos muy buenos, otros más cuesta arriba, aprendizajes dentro y fuera del aula, cansancio acumulado… y ahora llega algo muy esperado: tiempo. Tiempo para respirar, para no mirar el reloj, para reencontrarse. Porque el verano no es solo descanso. Es también una oportunidad para parar, observar y reconectar. Con uno mismo, con los hijos, con lo que importa de verdad. Desde Dragon American School te invitamos a vivir este verano como un espacio real de crianza y de cuidado. Sin exigencias absurdas. Sin sentir que hay que hacer planes espectaculares. A veces basta con estar. Con mirar. Con escuchar. Con leer juntos. Con volver a hablar de las cosas que se quedaron a medias durante el curso. Aquí os dejamos algunas ideas, agrupadas por temas que han sido muy presentes este año. Ojalá os sirvan como inspiración para el verano. O al menos para una tarde. Una conversación. Un paseo. 1. Salud y salud mental: lo primero es sentirse bien Dormir bien. Comer con calma. Pasear. No hacer nada. Hablar sin prisa. Estas cosas, tan básicas, se nos escapan muchas veces durante el curso. Y sin embargo, son la base de todo lo demás. A veces no hace falta hacer nada extraordinario. Solo crear las condiciones para que lo bueno pueda aparecer. Un poco más de sueño. Un poco menos de ruido. Un poco más de cuerpo. Un poco menos de obligación. La salud mental empieza ahí. En cómo se empieza el día. En cómo se termina. En cómo se come. En cómo se escucha. 2. Bullying: lo que no se ve también duele No hace falta que haya golpes. El bullying a veces se esconde en miradas, en risas, en silencios. En dejar a alguien fuera. En no decir nada cuando habría que haber dicho algo. Y por eso hablar de bullying en casa es tan importante. Porque lo que se nombra, se puede cuidar. Porque cuando los niños saben qué está mal, y cómo se siente el otro, y qué pueden hacer… cambian cosas. El silencio nunca protege a quien sufre. Protege a quien agrede. Y tú puedes ayudar mucho solo con preguntar, con contar historias tuyas, con mirarles a los ojos. A veces, eso es suficiente para que digan algo que llevan tiempo callando. 3. Sexualidad y porno: decir las cosas como son Sí, hay que hablar del porno. Porque ellos ya lo han visto, o lo van a ver pronto, y lo más probable es que nadie les haya contado antes qué es eso que están viendo. Ni por qué no tiene nada que ver con la vida real. El porno no es un problema en sí. El problema es que sea lo único que tienen como referencia para entender el deseo, el cuerpo, las relaciones. Y que lo vean sin contexto, sin conversación, sin contraste. Y antes que cualquier experiencia o conversación. Hablar del cuerpo, del placer, del respeto, del deseo de verdad, no el del espectáculo, es una forma de protección. Pero también de confianza. Es decir: podemos hablar de esto. Sin drama. Sin tabú. Sin culpa. 4. Redes sociales: dopamina, pantallas y compañía No todo lo que pasa en una pantalla es malo. Pero hay que saber qué hay detrás de cada scroll, de cada vídeo que les atrapa. Las redes están pensadas para eso: para enganchar. Y lo consiguen. Sobre todo en cerebros adolescentes, tan sensibles a la novedad y a la recompensa inmediata. Y lo triste es que, cuanto más conectados están, más solos se sienten. Porque mirar una pantalla no es estar con alguien. Es estar distraído. Este verano, propón días sin móvil. No como castigo, sino como respiro. Y estate tú también sin móvil. No se trata de prohibir. Se trata de estar presente. 5. Leer, hablar, escribir: el lenguaje como superpoder Estamos rodeados de inteligencia artificial, que escribe, que responde, que genera ideas. Pero todo eso funciona a través del lenguaje. Y si no lo manejas bien, no sabes sacarle partido. No sabes dirigirlo. No sabes pensar con él. Ahora más que nunca, saber leer bien, escribir con sentido, expresarse, entender lo que se dice… es una ventaja enorme. Y eso se entrena. Leyendo cada día un poco. Escribiendo aunque sea una lista. Hablando, aunque sea sin un objetivo claro. Y, sobre todo, leyéndoles en voz alta. Aunque sean mayores. Aunque ya sepan leer. Ese momento del día en que les lees una historia con tu voz, tu ritmo, tu presencia, es mucho más que una actividad cultural. Es oxitocina, es apego, es recuerdo. Si todavía quieren que les leas… sigue. No lo dejes nunca. 6. Septiembre como comienzo, no como amenaza Los últimos días de agosto pueden vivirse con ansiedad. O pueden vivirse con cariño. Con intención. Con alegría incluso. Preparar el nuevo curso no es solo hacer una lista de material. Es invitarles a mirar con ilusión lo que viene. Elegir un cuaderno bonito. Comprobar que el ordenador funciona. Ajustar la mochila. Comprar algo de ropa de otoño. Pensar juntos qué extraescolares harán. Qué deporte quieren probar este año. También es momento de volver poco a poco a horarios más razonables. Acostarse antes. Comer en casa. Poner un poco de orden en el espacio personal. Y sobre todo, hablarles de lo que viene como algo positivo. Reencontrarse con los amigos de siempre. Conocer a otros nuevos. Volver a ver a sus profes y conocer a otros nuevos. Empezar una nueva etapa. Aprender cosas que no saben. Dar un paso más en su madurez. Septiembre puede ser una bienvenida si se prepara con amor. Una página en blanco llena de posibilidades. Recursos recomendados (Por si queréis profundizar o explorar más cosas este verano) El sueño es vida – Dr. Gonzalo Pin Ansiedad. Cómo acompañar a los
TikTok no es un juego. Es un riesgo para la salud mental de nuestros adolescentes

TikTok no es un juego. Es un riesgo para la salud mental de nuestros adolescentes Cada generación tiene sus propios desafíos. Pero hay momentos en los que los adultos tenemos la obligación de hablar con claridad. Este es uno de ellos. TikTok, lejos de ser una plataforma neutra o divertida, representa un peligro real y documentado para la salud mental de niños y adolescentes. Como escuela, como familias, como sociedad, no podemos seguir ignorándolo. No es inocente. Es diseño adictivo TikTok se basa en un algoritmo extremadamente sofisticado que aprende cada segundo del comportamiento del usuario: cuánto tiempo mira un vídeo, con qué reacciona, qué repite, qué le genera impacto emocional. No busca educar ni entretener. Busca retener. El objetivo no es que los adolescentes aprendan algo, sino que no dejen de mirar. Y cuanto más lo hacen, más atrapados quedan en una espiral de estimulación y dependencia emocional. La emisora pública estadounidense NPR publicó una investigación en la que se demuestra que TikTok conoce desde hace años los efectos adictivos de su algoritmo en adolescentes, y que ha hecho muy poco por mitigarlos, a pesar de que internamente se reconocen sus riesgos. Efectos documentados: ansiedad, disociación, TCA Numerosos estudios científicos avalan lo que muchas familias ya intuyen por experiencia directa. Estos son algunos de los datos más relevantes: Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya y la Universitat Pompeu Fabra, publicado en Nature Scientific Reports, validó una escala específica para medir la adicción a TikTok en jóvenes universitarios. El uso excesivo se relacionó de forma significativa con síntomas de ansiedad, depresión y disociación emocional. La Universidad de California en San Francisco (UCSF) analizó a más de 10 000 niños de entre 11 y 15 años y concluyó que la mayoría usa TikTok a diario, a pesar de las restricciones de edad. Muchos de ellos presentan signos de uso problemático: necesidad de revisar la aplicación constantemente, evasión emocional, interferencia en el rendimiento académico y dificultad para dejar de usarla incluso cuando lo desean. Harvard Medical School documentó un fenómeno creciente entre adolescentes: la aparición de tics motores y vocales después de consumir vídeos de personas con síndrome de Tourette en TikTok. Estos síntomas, aunque no tienen origen neurológico, son reales para quienes los sufren y mejoran al reducir la exposición a este tipo de contenido. Se trata de una forma contemporánea de enfermedad sociogénica mediada por pantallas. Un estudio publicado en la Revista de Comunicación y Salud demostró que TikTok no solo permite, sino que muchas veces promueve contenido que normaliza los trastornos de la conducta alimentaria, especialmente entre chicas adolescentes. Perfiles que interactúan con vídeos de dietas extremas, control calórico o estética corporal dismórfica reciben más y más contenido en esa línea, reforzando los patrones perjudiciales. Amnistía Internacional publicó un informe en el que señala que TikTok puede conducir en pocos minutos a niños y adolescentes hacia espirales de contenido sobre autolesiones, suicidio, trastornos alimentarios, disforias o crisis de identidad, sin filtros eficaces ni sistemas de protección adecuados. Las instituciones actúan, pero el daño ya está ocurriendo En marzo de 2024, la Fiscalía General del Estado de Nueva York presentó una demanda formal contra TikTok por afectar gravemente la salud mental de los menores. En palabras de la fiscal Letitia James, “TikTok ha utilizado funciones adictivas, oscuras y manipuladoras para enganchar a niños y adolescentes y mantenerlos desplazándose por la app sin parar, lo que ha empeorado las crisis de salud mental juvenil”. Esta acción legal forma parte de una coalición más amplia de estados que han abierto investigaciones o demandas contra la compañía por prácticas lesivas para menores de edad, y se basa en violaciones de las leyes de protección al consumidor y a la infancia (AG NY, 2024; Swissinfo, 2024). Además, se ha abierto una investigación federal en Estados Unidos por la recopilación masiva de datos personales y biométricos de menores, incluidos movimientos faciales y patrones de voz. TikTok y la destrucción del vínculo humano Uno de los efectos más invisibles, pero más profundos, es la degradación de la relación humana auténtica. Relacionarse cara a cara siempre ha implicado cierta tensión. Es normal y es evolutivo. El vínculo humano se construye poco a poco, a través de la exposición progresiva a la mirada del otro, la gestión de la incertidumbre, la empatía y el tiempo compartido. Este proceso moviliza nuestro sistema hormonal, regula el cortisol, la oxitocina y la dopamina, y permite que desarrollemos habilidades como la autorregulación emocional y la tolerancia a la frustración. Pero TikTok ofrece un espejismo. Una simulación de conexión sin riesgo, sin roce, sin espera. Un paraíso artificial en el que todo se filtra, se corta, se repite, se edita. El resultado es que muchos adolescentes ya no saben cómo estar con otros y eligen evitar la interacción social real. Sienten ansiedad cuando salen, evitan el contacto directo, se aíslan incluso cuando están acompañados. El uso excesivo de redes como TikTok está amplificando los casos de fobia social, retraimiento afectivo y dificultades para establecer vínculos reales y duraderos. Qué podemos hacer como familias La respuesta no es prohibir todo internet. La respuesta es discernir. No todo lo digital es igual. Hay herramientas como la inteligencia artificial aplicada al aprendizaje, que permiten crecer, pensar, crear, y en las que el usuario tiene el control. Pero las redes sociales comerciales basadas en algoritmos opacos no tienen ese propósito. Están diseñadas para manipular, no para educar. Y lo hacen con algoritmos ocultos y no explícitos. TikTok no es un espacio educativo ni sano. Es una plataforma que ha demostrado ser perjudicial, tanto por su diseño como por su impacto. Por eso, desde Dragon American School recomendamos de forma clara y rotunda: No permitir TikTok en la vida de los adolescentes. Y además: Fomentar el contacto humano real. Que inviten amigos a casa, que vayan a casa de otros, que salgan, que caminen, que se aburran, que rían









